Leche, Quesos y Otros Lácteos

LECHE, QUESOS Y OTROS LÁCTEOS


LISTADO DE LAS CIEN ENFERMEDADES VINCULADAS CON LOS LÁCTEOS


Enfermedades respiratorias.
Asma bronquial- Sinusitis y Pólipos de senos paranasales- Rinitis- Fiebre de Heno-Amigdalitis-Angina roja y pultácea-Faringitis- Laringitis-Pólipos laríngeos- Bronquitis Aguda y Crónica- Enfisema y Fibrosis pulmonar- Bronconeumonía y Neumonitis. Tuberculosis
Enfermedades digestivas.
Aftas en la boca- Glositis- Gingivitis- Gastritis hipoclorhídrica y autoinmune- Enteritis- Enterocolitis- Síndrome de Mala absorción- Colitis ulcerosa- Disbacteriosis Intestinal y Dispepsia putrefactiva- Colon irritable- Adenomatosis y pólipos intestinales- Hígado graso o Esteatosis hepática- Pancreatitis y Enfermedad fibroquística del páncreas- Litiasis biliar y Litiasis de glándulas salivales- Hepatitis crónica autoinmune-Constipación y Hernia.
Enfermedades Genitourinarias y Mamarias.
Litiasis (cálculos) de riñón- Insuficiencia renal, aguda y crónica- Quistes renales únicos y múltiples- Glomérulonefritis- Pielonefritis- Síndrome nefrótico y nefrítico- Cistitis y otras infecciones urinarias a repetición especialmente por Escherichia Coli y Proteus- Uretritis- Flujo vaginal por Trichomonas o Cándidas- Lesiones en cuello uterino por HPV- Fibromas o Miomas o Pólipos uterinos- Prostatitis y Adenomas de próstata- Quistes ováricos- Endometriosis- Displasia mamaria nodular y difusa- Mastitis- Enfermedad de Paget del pezón- Esterilidad femenina o masculina con componente alérgico, autoinmune, infeccioso u hormonal.
Enfermedades Neurológicas- Autoinmunes, Alérgicas y del Colágeno.
Esclerosis múltiple y otras enfermedades desmielinizantes - Esclerosis lateral amiotrófica o en placas - Lupus eritematoso sistémico- Artritis reumatoidea- Miastenia Gravis- Tiroiditis de Hashimoto y otras patologías tiroideas autoinmunes- Diabetes con componente autoinmune- Esclerodermia- Pénfigo- Retinitis pigmentaria- Hepatitis crónica autoinmune- Todo tipo de enfermedades alérgicas, incluso alergias a sustancias no componentes de lácteos ni de su adulteración- Todo tipo de colagenopatías y de enfermedades autoinmunes- Síndrome de Sjöegren- Enfermedad de Peyronet- Dermatomiositis.
Enfermedades de la Piel, Pelos, Uñas y Tejido Celular subcutáneos.
Esclerodermia- Eczemas- Psoriasis- Pénfigo- Eritema Nodoso- Vitiligo- Verrugas- Leucoplasias- Acné- Forunculosis- Abcesos- Lesiones por Herpes simple y Herpes Zoster (Culebrilla)- Micosis dérmica y ungueal (hongos) - Celulitis- Alopecia - Caspa y Seborrea- Dermatitis del pañal y otras formas de dermatitis- Sudamina- Impétigo- Cáncer de piel- Sarcoma de Kaposi- Dermatomiositis.
Dislipidemias, Enfermedades Cardiovasculares y Flebológicas.
Hipercolesterolemia- Hipertrigliceridemia y otras Dislipidemias- Arterioesclerosis coronaria, cerebral, etc.-Síndrome de Claudicación Intermitente- Várices- Adenopatías y Linfangitis- Elefantiasis- Flebitis y Tromboflebitis- Hiper o hipotensión arterial (presión alta o baja).
Enfermedades Infecciosas.
Todo tipo de infecciones bacterianas. Todo tipo de infecciones víricas. Todo tipo de infecciones micóticas (hongos)- SIDA con HIV positivo- HIV sin SIDA- Síndrome de fatiga crónica vírica- Tuberculosis-Lepra.
Enfermedades Endocrinas.
Diabetes Mellitus con componente autoinmune- Tiroiditis de Hashimoto- Hipotiroidismo- Bocio nodular y difuso.
Cáncer, Tumores benignos y Enfermedades Hematológicas
Cáncer de mama, útero, ovario, colon, páncreas, vías biliares, estómago, esófago, hígado, próstata, testículo, piel, cerebro, etc. Leucemias, Linfoma de Hodgkin y Linfomas no Hodgkin. Tumores benignos de todo tipo y localización como hipófisis- Neurinoma del acústico y de otros nervios, cerebrales, etc. Anemias ferropénicas y/o con componentes Autoinmunes. Mielodisplasias.
Enfermedades Oftalmológicas y Otorrinolaringológicas.
Además de las citadas al principio, Conjuntivitis- Otitis- Retinitis pigmentaria- Cataratas- Pterigion- Orzuelos.
Enfermedades Osteoarticulares y Reumáticas.
Artritis reumatoidea y otros tipos de Artritis- Artrosis con o sin deformidad articular- Osteoporosis- Espondilitis anquilosante- Calcificaciones anormales en articulaciones (picos de loro) y en cualquier parte del cuerpo (arterias, mamas, cerebro, riñones, vesícula biliar, glándulas salivales, etc.)


FUENTE: http://www.holisticamente.com.ar/lacteos.htm


ANALISIS DETALLADO DE LOS 12 MECANISMOS FISIOPATOLOGICOS
POR LOS QUE LOS LÁCTEOS GENERAN ENFERMEDADES:

   1. Reacciones alérgicas vinculadas con sus proteínas.  
El nutricionista John Mc Dougall, señala en “Dairy Products and Eggs are avoided on a Health-supporting” Inc. Piscataway, NJ, que los lácteos son la principal causa de alergias alimentarias, lo mismo señala el Dr. Frank Oski en “Don’t drink your milk”. Si bien la Asociación Americana de Pediatría desaconsejó su uso en niños pequeños y recientemente el Jefe de Gastroenterología del Hospital de Niños de La Plata afirmó en declaraciones periodísticas que el 80% de los chicos son alérgicos a la leche, ésto también es válido para los adultos, incluso para los productos derivados de la misma.
Se han detectado 25 antígenos diferentes en la leche (proteína foránea que genera una respuesta inmunológica), la lactoalbúmina y la gammaglobulina bovina son de las más antigénicas y de difícil digestión y no sólo se las encuentra en los lácteos, sino en forma de caseinatos se la incorpora en muchos medicamentos e incluso en suplementos nutricionales que se les aporta a pacientes en estado terminal, agravando su proceso y en productos que la gente cree muy naturales y saludables (batidos para adelgazar).
Valga recordar que de la caseína se extrae el poderoso pegamento conocido como “cola de carpintero”. Es muy importante conocer la composición de cada medicamento o suplementos nutricionales o alimento que se ingiere para poder superar las diferentes formas de alergia, ya que éste es uno de los ejemplos de patologías que pueden tener respuestas del todo o nada, de la misma forma que si uno es alérgico a la penicilina, con un solo comprimido puede tener una respuesta máxima, con la alergia a las proteínas de los lácteos o a los antibióticos que se les suelen agregar, pasa lo mismo. La caseína es la más abundante de las proteínas de la leche y el 40% de la misma es indigerible y favorece también la dispepsia putrefactiva, la constipación, etc.
La Dra. Charlotte Cunningham Rundles expuso, sobre sus extensas investigaciones en este tema, en el Simposio sobre “Nutrición, Infección y Sistema Inmunológico”, organizado en 1986 por el Instituto de Nutrición Humana, en el Colegio de Médicos y Cirujanos de la Universidad de Columbia. Según afirma la misma, el tracto intestinal tiene un rol fundamental en evitar la absorción de unantígenos en la sangre, en primera instancia a través de la secreción y reciclaje de un conocido anticuerpo llamado inmunoglobulina A. El mismo se segrega en la mucosa del intestino, pulmones y otros órganos. La superficie de absorción intestinal, es de lejos el mayor contacto del cuerpo con el exterior (aprox. 300 metros cuadrados en un adulto normal es la superficie de todos los pliegues intestinales). Por lo tanto deben ser inmensas las cantidades de IgA que deben segregarse para proteger permanentemente al organismo de todos los trastornos que provocarían que tantas sustancias extrañas entraran directamente al torrente sanguíneo. En circunstancias normales las proteínas bovinas de lácteos y carnes, al igual que todas las demás deberían ser degradadas en los aminoácidos que las constituyen. Absorbidos como tales, el organismo los lleva por la sangre hasta las células para que allí se produzcan proteínas propias que no perjudiquen sino beneficien al organismo. Además aquellas proteínas que se ingieran en exceso o que no se digieran, deberían ser retenidas en el intestino y excretadas con la materia fecal.
Parece ser que la carencia de IgA secretoria es una de las deficiencias inmunológicas más comunes y menos diagnosticadas. Esta condición es normal en el feto y en el neonato por la inmadurez inmunológica, pero la leche materna suministra la IgA necesaria para lograr el desarrollo e integridad funcional de los intestinos y del aparato respiratorio del niño en desarrollo, mientras que la leche vacuna carece totalmente de este anticuerpo esencial. Por este motivo aportar proteínas tan antigénicas como la leche de vaca a un bebé o a un niño, con sus intestinos, sus pulmones y su sistema de defensas aún inmaduro, es uno de los más frecuentes errores, tanto de los padres, como de los pediatras y nutricionistas. También si tenemos en cuenta que cuanto más antigénico sea lo que come un joven, un adulto o un anciano, más IgA y otros elementos de su sistema inmunológico tendrá que utilizar y por más que en buena medida los mismos se reciclen, habrá más posibilidades de favorecer un agotamiento al menos parcial de los mismos y que con esto entren “como Pancho por su casa” las proteínas foráneas de la leche y sus derivados a la sangre o bien hasta contactar con la segunda barrera inmunológica que forma anticuerpos específicos. Secundariamente también de la carne y otros alimentos o sustancias que aunque no sean tan antigénicas como los lácteos, gracias a éstos y a su acción mencionada, pasan a provocar respuestas alérgicas de todo tipo, tanto intestinales como respiratorias, en la piel, etc.
Esto explica por qué en la clínica vemos con mucha frecuencia, que después de cierto tiempo de eliminar los lácteos por completo, mejoran parcialmente o desaparecen por ejemplo, alergias al iodo, al polen o a otros alimentos, medicamentos, etc.
Este mecanismo de acción de los lácteos como causa de enfermedades está muy emparentado con el que veremos a continuación y tanto uno como otro representan quizás los dos más frecuentes responsables de la generación de la mayor parte de las patologías del listado presentado antes. Teniendo en cuenta que las proteínas son constituyentes naturales de la leche, al igual que las grasas, la lactosa, algunos minerales y el peligroso factor de crecimiento epitelial y que cualquiera de las variantes de la misma (descremada, en polvo, etc.) mantiene como base inamovible a las proteínas y comprendiendo lo dicho en el párrafo anterior, no hay dudas de que aunque tantas veces muchas industrias lácteas, hagan aberraciones con lo que se ordeña de la vaca, no son estas industrias, sino la misma vaca la que produce la peor parte de lo que recibimos en los lácteos: sus proteínas. Por lo tanto de esto no se salva ni la leche ecológica, ni sus derivados, aunque sean tomados al pie de la vaca.
     2. Autoinmunidad y agotamiento inmunológico relacionado con sus proteínas.
Está demostrado que el exceso de respuestas inmunológicas provocado por una exposición muy frecuente de sustancias que el organismo no reconoce como propias es uno de los principales factores que pueden inducir al agotamiento del sistema inmune en uno o más de sus múltiples componentes. Ya se explicó lo que sucede con la IgA intestinal. Se denomina Autoinmunidad al daño provocado por las mismas defensas del propio organismo, contra sus propias células, tejidos u órganos.
Son muchísimas las enfermedades conocidas desde hace mucho, donde se han descubierto últimamente, algún componente de autoinmunidad. En nuestra experiencia en el 100 % de los pacientes que observamos con alguna enfermedad autoinmune (el número de casos totales de cada patología se publicará en el momento en que nuestro estudio esté concluido, pero entre todas ya superamos los 1.000 pacientes) el factor común de todos ellos, fue el consumo frecuente y casi siempre abusivo de algún tipo de lácteo, especialmente helados en la mayoría de enfermos de esclerosis múltiple, quesos en pacientes con muchas otras patologías, dulce de leche, etc.
Existen diferentes tipos de autoinmunidad y tanto en uno como en otros, se puede demostrar alguna vinculación con la leche y sus derivados (aunque como en todo no se puede decir que sea el único factor causal). Uno de esos tipos es la producción de anticuerpos que en vez de atacar elementos extraños, se confunden y atacan las propias células. Esto se verifica en ciertos trastornos por ejemplo de hígado (hepatitis crónica autoinmune) de la tiroides (tiroiditis de Hashimoto y otras formas de hipotiroidismo), pénfigo (grave afectación a la piel), diabetes autoinmune, etc.  
Por ejemplo, se ha descubierto que los niños con diabetes infanto-juvenil, tienen en su sangre 7 veces más anticuerpos contra la caseína (la proteína más abundante de la leche) que los adultos normales y que existen estructuras antigénicas similares en la caseína y en las células del páncreas donde se produce insulina, hormona que les falta a los diabéticos. Es elemental, atando cabos que si la caseína puede entrar “como Pancho por su casa” al torrente sanguíneo por lo explicado en el punto precedente o al menos pasar la primera barrera de anticuerpos inespecíficos (IgA) y puede por esto producirse a diario anticuerpos contra ella, estos pueden confundirse y atacar también a las células pancreáticas que elaboran insulina, dado que hay estructuras muy similares a las que tiene la caseína e indujeron a la formación de esos anticuerpos específicos, generándose así una diabetes autoinmune, más aún si la predisposición genética y el consumo abusivo de golosinas, bebidas azucaradas, postres, harinas blancas y otros elementos, suman su acción (esto se ampliará al hablar de diabetes).
De la misma forma otros antígenos de la caseína y de otras proteínas bovinas podrían asemejarse en su estructura a otras células humanas de otros órganos y de acuerdo con cuál o cuales sean y qué otros factores se sumen, se pueden generar muchas de las enfermedades del listado visto. Lo interesante es que muchos de estos autoanticuerpos ya se pueden dosar en sangre y hemos comprobado en los casos en que pudimos acceder a estos estudios y el paciente tuvo suficiente disciplina en la dieta y además volvió a controles posteriores, que el nivel de estos autoanticuerpos se reduce gradualmente hasta normalizarse en muchos casos y cuando el paciente vuelve a transgredir la dieta, los mismos vuelven a aumentar
No sólo las proteínas de los lácteos como caseína, lactoalbúmina y otras muy conocidas, generan producción de autoanticuerpos. Lo mismo sucede con el peligroso Factor X-O que se verá luego y que es el principal causal de infartos y arterioesclerosis y por lo tanto el mayor asesino serial de nuestra sociedad y lo peor es que gracias a la homogeinización de la leche para que no forme nata, anda suelto y en la sangre de quien consume hasta los famosos yogurcitos elaborados con ella, creyendo, por las falsas publicidades, que hasta sirven para adelgazar.
Otro tipo de autoinmunidad está relacionada con los complejos antígeno-anticuerpo (atacante-defensor) que circulan unidos por la sangre, que no alcanzan a ser englobados, degradados y eliminados por un conjunto de 18 elementos proteicos denominados “complemento”. Estos complejos se depositan en riñones, vasos sanguíneos, articulaciones, etc., generando diferentes trastornos. Se demostró que quienes tienen complejos antígeno–anticuerpo circulantes, muestran bajos niveles de complemento, dentro de los 30 a 60 minutos de tomar tan solo 100 mililitros de leche. Si la ingesta de lácteos es mayor, la caída del complemento también es mayor y muy probablemente de acuerdo con el tipo de lácteo del que más se abuse, se reducirá más uno u otro tipo de complemento y con esto se tenderá a una u otra patología, por ejemplo este tipo de mecanismo autoinmunes el que se verifica en la nefritis (afecciones del riñón), algunas artritis, vasculitis, lupus eritematoso sistémico y ciertas anormalidades de las funciones cerebrales. Probablemente por esta causa los lácteos de todo tipo que tanto comen los chicos, sumado a los dulces, gaseosas, chocolates, galletitas, etc., causales de caídas del azúcar en la sangre por efecto rebote (ver SEDA) que también afecta las funciones cerebrales como la memoria, concentración, etc., sean los principales responsables de los trastornos en el rendimiento escolar, más aún si el coeficiente intelectual es normal, así como de diversas formas de demencia, incluso senil.
Otro mecanismo de autoinmunidad puede relacionarse con la caída de los linfocitos CD8 u OKT8, también llamados inmunosupresores que son glóbulos blancos o leucocitos que tienen la función de frenar la respuesta inmunológica para que no resulte exagerada. El ingreso a la sangre de sustancias extrañas altamente antigénicas (o sea altamente generadoras de rechazo inmunológico) como la de los lácteos, estimula mecanismos como los que se acaban de describir y para evitar que los mismos sigan dañando al organismo se producen más linfocitos supresores. Su estímulo permanente pueda agotarlos y con esto la enfermedad que se trate (artritis reumatoidea, esclerosis múltiple, etc.) hace un pico agudo que luego se estabiliza al reponerse el nivel de linfocitos. Los tratamientos con corticoides son la mayor aberración para estas enfermedades, pues no sólo aumentan las causas de las mismas (que se analizaran al hablar de cada una) sino que también disminuyen la producción de linfocitos supresores. Cuando se los estudia en Farmacología, se nos enseña que los corticoides son maravillosos medicamentos capaces de hacer que un moribundo se levante de su lecho y camine raudamente… hacia si propia tumba. Sin embargo a veces pueden salvar una vida (como en un edema de glotis), siempre que se los use en emergencias y por poco tiempo. En estos casos puede ser aceptable, pero no enfermedades crónicas como las autoinmunes, en las que hemos visto excelentes respuestas, dejando de administrarlos por completo, pero gradualmente (no deben eliminarse de golpe).
De la misma forma como pueden disminuir o agotarse los linfocitos supresores, en otros casos puede suceder lo mismo con los linfocitos CD4 u OKT4 también conocidos como T helpers o auxiliares de la acción de otros elementos del sistema inmunológico. Si bien su déficit puede generar infecciones de cualquier tipo, estas células se hicieron famosas gracias al SIDA, ya que en este Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida suelen bajar, pero no siempre y su nivel no es parámetro tan fiel de la evolución como se cree. Si bien se demostró que el virus conocido como HIV si existe sólo puede destruir algunas de estas células, está demostrado que en la misma unidad de tiempo en que el virus mata una célula, el organismo en condiciones normales reproduce 30. Queda claro que el virus por sí mismo no le haría ni cosquillas al sistema inmunológico, pero si el organismo está desnutrido y / o bombardeado con drogas, antibióticos y otros medicamentos, lácteos, carne y sobre todo prisionero de un pánico atroz por creer que tiene un virus asesino en la sangre y contra el que no se puede hacer nada y a esto se le suma la discriminación social, la pérdida del trabajo y de pareja, aunque no tuviese ningún virus cualquier persona que pasa por lo antedicho podría (si no cambia lo que tiene que cambiar) morirse de SIDA o de algo que es exactamente lo mismo, pero sin la presencia del supuesto HIV y por eso se ha llamado linfocitopenia idiopática de los CD4 . Esta es en otras palabras: caída de los linfocitos CD4 por causas desconocidas… ¿realmente son desconocidas esas causas o esas causas que nombramos son las verdaderas causas del SIDA con la presencia o no del supuesto HIV? Esto lo ampliaremos al hablar de SIDA.
Si en cambio la parte del sistema inmunológico que decae es la que se denomina Sistema de Reconocimiento Antiblástico, que es el conjunto de elementos que reconoce y elimina a las cerca de un millón de células cancerígenas que diariamente se le llegan a producir a cualquier persona normal y a esto se le suma un vendaval de cancerígenos dietético-ambientales (cuya variedad en los lácteos da para escribir un capítulo sólo con ellos) y el resto de factores cancerígenos psicosocioespirituales, lo que puede llegar a desarrollarse es un cáncer. Este tema también lo ampliaremos en el próximo número. Para ampliar información sobre estos dos primeros mecanismos fisiopatológicos y algo más de los otros, se sugiere la lectura del libro SIDA, Macrobiótica e Inmunología Natural de Michio Kushi, Martha Cottrel M.D. y Mark Mead. Editado por publicaciones GEA. Mauricio Waroquiers: Maldonado, Uruguay (1993).
     3. Transformación en microbios del excedente proteico (caldo de cultivo) (proteínas organizadas para abrirse paso por si mismas y así eliminarse del organismo).
Si bien las dietas muy pobres en proteínas pueden favorecer enfermedades infecciosas, porque incluso los mismos anticuerpos son proteínas y no podrían producirse adecuadamente, está demostrado que el exceso proteico también favorece estas enfermedades. Wilhelm Reich, uno de los científicos más brillantes de este siglo demostró irrefutablemente en laboratorio que la generación espontánea realmente existe. Su experiencia fue filmada y reproducida por otros científicos, incluso algunos de nuestro equipo como para que no queden dudas. Sin embargo, como este libro será seguramente muy polémico por todo lo que implica y al solo efecto de contribuir a no levantar más polvareda, para no espantar a colegas escépticos, hagamos de cuenta que la generación espontánea no existe (recordemos que no por nada Wilhelm Reich murió en la cárcel). No es necesario basarse en esto para explicar nuestra teoría con respecto a este punto, aunque sí animarse a pensar más allá de lo que le conviene a los laboratorios que venden antibióticos, antimicóticos, antiparasitarios y antivirales, solos o en cocktails on the rocks.
Hay cosas tan simples que hasta un niño podría deducir, pero que a los médicos nos cuesta mucho por toda la programación mental que nos formaron en la facultad…pero hagamos el intento ¿Cómo están constituidas las bacterias, los virus, los hongos y los parásitos? Básicamente por proteínas y algunos otros nutrientes, que se necesitan para su cultivo junto a un pH adecuado (grado de acidez/alcalinidad) y una temperatura apropiada. Todo esto es variable según el germen y también (aunque lo indispensable de esto pudiera cuestionarse por lo antedicho) se requiere sembrar en el caldo de cultivo, algunos pocos gérmenes de la especie que se intente hacer multiplicar.
La otra pregunta es ¿qué hace el organismo cuando al mismo se le aporta un exceso cotidiano de proteínas? (carne de cualquier tipo, lácteos, etc.). Si fuera un exceso de grasa las acumularía como tales en el tejido adiposo en diferentes órganos, vasos sanguíneos (arteroesclerosis) tejido celular subcutáneo, etc., si fueran hidratos de carbono los transformaría en glucógeno (almidón animal) o en grasas. Pero el exceso de proteínas no es tan fácil de manejar: una parte trata de eliminarse por materia fecal, otra parte se convierte en urea y se elimina por el riñón con la orina, los aminoácidos que la componen pueden convertirse en glucosa, sobre todo para compensar caídas de azúcar sanguíneo, pero muchas veces quedan, pese a esto, excedentes que justamente sirven de caldo de cultivo para diferentes microbios, cuando el resto de las condiciones (temperatura, pH, caída de las defensas, etc.) lo permita. De acuerdo con cuáles sean esas condiciones y esas proteínas, se multiplicará un tipo de germen o bien otro tipo de los ya presentes en el organismo o eventualmente de algunos que hubieran llegado por contagio, por ejemplo. Estos microorganismos (generalmente bacterias, hongos o parásitos o a veces virus), son en otras palabras conjuntos de proteínas y otros elementos organizados en forma de organismos vivientes, que de esta manera adquieren la capacidad de abrirse paso por sí mismos para terminar eliminándose del organismo en secreciones, pus que ellos mismos hacen formar, etc.
Si las defensas del organismo están actuando bien, limitan estos procesos ayudando a una eliminación muchas veces imperceptible (infección sin enfermedad) o perceptible: enfermedad infecciosa aguda que muchas veces puede superarse sola mejorando las defensas orgánicas y dejando de aportar elementos que se usan como caldo de cultivo (proteínas de lácteos, carnes y otras fuentes, dulces especialmente para los parásitos, etc.) desintoxicando al organismo de múltiples formas y cambiando las condiciones que enriquecían esos caldos de cultivo (pH, temperatura, etc.) .
Existen hierbas, medicamentos homeopáticos, etc., que pueden no sólo mejorar las defensas, sino también tienen acción antibiótica, antimicótica, antiviral o antiparasitaria suave como para controlar el proceso sin contradecir lo que el organismo está queriendo hacer: desprenderse del excedente de nutrientes que pasan a convertirse en basura y que si se trata de proteínas, encima se van pudriendo dentro de nuestro cuerpo. Sólo si la infección progresa y no se puede controlar con estos métodos, salvo infecciones graves como tuberculosis, etc., en las que hay que aceptarlos desde un principio, pasa a ser lógico, medicar con antibióticos de entrada, ante problemas simples incluso en casos víricos donde no hacen absolutamente nada más que perjudicar, ya que siempre se ha dicho que por ejemplo una angina vírica se cura en 7 días con antibióticos y en una semana sin los mismos, ya que estos actúan sobre bacterias y no sobre virus. Últimamente, por suerte son mayoría los que piensan dos veces antes de medicar. Si es un error estar siempre en contra de medicar, también lo es estar sistemáticamente a favor.
     4. Depósitos múltiples y anómalos del excedente proteico no eliminado como microorganismos, depósitos de calcio, etcétera
Al matar con antibióticos y vacunas, esos gérmenes que estaban siendo eliminados del organismo, toda esa basura sigue quedando adentro. Según parece las bacterias muertas o moribundas podrían ser quienes den origen a virus a los que ya no les afectan los antibióticos y como estos pueden perjudicar las defensas, harían que la infección vírica se prolongue más tiempo. Si no siguen por el camino de la transformación en virus o en bacterias resistentes a los antibióticos empleados, otra opción podría ser que esa basura (excedente de proteínas, grasas, calcio, etc.), se acumule formando verrugas, quistes, displasias, fibromas, tumores benignos o a la larga también malignos, si éste modus operandi se sigue repitiendo y se suman otros factores. Es lógico pensar en estos pasos si comprendemos que estas patologías son, en definitiva, células u otras formas más o menos organizadas de proteínas y otros residuos que, por lo antedicho y por otros motivos (incompetencia de los órganos depuradores del organismo, excesivo aporte con balance positivo, etc.), no se pueden eliminar y se van acumulando.
Hace falta consultar con un médico no muy cerrado a lo ortodoxo, ni muy fanático en contra de esto, para saber cuál es el punto a partir del cual ya pasa a ser peligroso no aceptar el antibiótico que él debería indicar y no ser automedicado y por cuánto tiempo se debe tomar. Esto se ampliará en el capítulo Enfermedades Infecciosas
Es paradójico apreciar como el calcio de los lácteos no se deposita en donde se necesita (zona en los huesos que lo requieren) sino en cualquier otro lugar. Es más, como veremos roban más calcio del que aportan, siendo por esto causales de osteoporosis, como queda demostrado irrefutablemente en los más grandes y serios estudios científicos que mencionaremos al hablar de esta enfermedad. Como se recordará dijimos en el punto 1 de este capítulo, que al bajar la IgA intestinal, las proteínas de la leche pueden absorberse enteras sin degradarse. El calcio de la leche y sus derivados viene en forma de compuestos, unidos a proteínas formando, por ejemplo, caseinato de calcio. Si se absorbe de esa forma o incluso, aunque se absorbiera como calcio aislado, o que el mismo se liberara al atacar el sistema inmunológico a esta proteína extraña, es muy probable que persista una memoria molecular similar a la que tiene una proteína por su estructura cuaternaria o disposición en el espacio, que le haga recordar para qué fue preparada en realidad esa molécula: para formar parte de la estructura ósea y desarrollar otras funciones en el ternero, que poco o nada tiene que ver con los huesos, y las otras funciones que en el ser humano debe desarrollar. Si bien esto es sólo una suposición, lo innegable es que el calcio de los lácteos, por el motivo que sea, se deposita, por ejemplo, en las zonas articulares de los huesos, formando los típicos osteofitos de las artrosis, también conocidos como “picos de loro” o en los riñones formando litiasis o cálculos de oxalato de calcio, o en la vesícula constituyendo, junto con el colesterol, los famosos cálculos biliares. También se lo encuentra en las mamas, en forma de macro o microcalcificaciones aisladas o confluyentes, siendo estas últimas signo radiológico de malignidad tumoral o en las arterias integrando las frecuentes placas de ateromas calcificadas que las van obstruyendo o en núcleos del cerebro, que se calcifican o en la opacificación del cristalino, conocida como cataratas o en cualquier otro lugar del cuerpo. Serios trabajos científicos demuestran, que la leche fortificada con vitamina D y sus derivados, aumenta estos depósitos anormales de calcio.
No sólo el calcio de los lácteos puede depositarse en forma anómala sino también el calcio medicamentoso que se suele aportar desmedidamente por temor a la osteoporosis.
El calcio calculado por la Naturaleza para el ser humano es otro, el que se encuentra en los alimentos que mencionamos al hablar de saludables reemplazos. Por cierto, no sólo proteínas o calcio, son los elementos provenientes de los lácteos que pueden depositarse en forma inadecuada. Varios de los elementos que lo constituyen, también podrían seguir lo ya visto para el calcio y las proteínas. Un ejemplo muy estudiado es el de las grasas.
     5. Grasas (colesterol, triglicéridos) por acción directa (arterioesclerosis) e indirecta (a través de constipación y transporte de cancerígenos liposolubles por ejemplo).

Los lípidos o grasas de los lácteos, son saturadas o sea, más densas y más sólidas y con sus carbonos unidos por ligaduras simples. Estas son las grasas que prevalecen en todos los alimentos de origen animal, con excepción del pescado de mar, donde prevalecen las llamadas poliinsaturadas. En los vegetales, prevalece en cambio, las mono o poiinsaturadas que son menos densas, más líquidas y de más fácil digestión, con excepción del coco, cacao y palta que presentan un considerable contenido de grasas saturadas. En las saturadas que constituyen la leche y sus derivados, encontramos colesterol y ácidos grasos, siendo estos últimos en el organismo convertidos, por ejemplo, en triglicéridos, al unirse con glicerol (alcohol de la glicerina). Tanto el colesterol como los triglicéridos, como ya es conocido por todos, se ha correlacionado, cuando están en exceso, con los trastornos llamados arterioesclerosis y ateroesclerosis. Esto puede afectar tanto a arterias coronarias, conduciendo a la larga a un infarto de miocardio, como a arterias cerebrales, deteriorando en forma progresiva las funciones y estructuras del cerebro. También puede producirse esto en los riñones, en el intestino o en las arterias de las piernas (empobreciendo su circulación y en ocasiones obligando a llegar a amputaciones) o en cualquier parte del cuerpo.
Se ha demostrado que la leche homogeneizada, es doblemente más perjudicial para la arterioesclerosis que la no homogeneizada. La homogeneización es el proceso que permite que la grasa de la leche se subdivida en finas partículas y se distribuya homogéneamente, evitándose así la separación de la nata y el suero, para que así sea más comercial el producto. Las grasas se encierran en pequeñas partículas llamadas liposomas, que también incluyen y protegen de la digestión que normalmente harían los jugos digestivos, a un peligroso elemento llamado Factor X-O o enzima Xantino Oxidasa. Si bien esta enzima también se produce en el organismo para degradar las purinas de la dieta y convertirlas en ácido úrico, en este caso y en los lugares correspondientes (hepatocitos o células hepáticas) no provoca riesgo para el organismo. Pero este factor X-O proveniente de la leche y sus derivados que entra al torrente sanguíneo sin escollos gracias a la homogeneización de la misma, es sin lugar a dudas, el principal detonante de las lesiones de las arterias donde luego se depositarán grasas como el colesterol y los triglicéridos, plaquetas y minerales como el calcio, fibrina, etc., obstruyéndose gradualmente la luz arterial y el paso de sangre y/o endureciéndose las arterias favoreciéndose también así la hipertensión arterial en personas predispuestas. En el 7° punto de este capítulo daremos más datos sobre el factor X-O y en el de enfermedades cardiovasculares ampliaremos la información sobre lo antedicho.
Las grasas saturadas también ralentizan el tránsito intestinal y todo el mundo sabe que los quesos son, junto con la carne, los más importantes causantes de constipación o estreñimiento. Indirectamente, a través de provocar esto y de transportar toxinas liposolubles (solubles en grasas), muchas de las cuales son cancerígenas, permiten que estas toxinas por ellos acarreadas y otras no llevadas por ellos, tengan tiempo de actuar en la luz del intestino o de absorberse y afectar cualquier sector del organismo.
Esto está relacionado con el cáncer de colon y de otras localizaciones y con las afecciones hepáticas ya que el hígado capta esas toxinas que se absorbieron debido a la constipación, para intentar bloquearlas, pero a costa de producirse típicos síntomas hepáticos como cefaleas o hemicráneas, dolor en la zona del hígado, fotofobia (rechazo por la luz), contracturas musculares (sobretodo en la región cervical), náuseas, irritabilidad con o sin hipertensión arterial, etc.
La leche, quesos, yogures y otros lácteos descremados o “dietéticos” si bien tienen menos grasas que los enteros, como mucha gente los cree más sanos, comen más, con lo cual puede en muchos casos, estar ingiriendo la misma o a veces mayor cantidad de grasas e indefectiblemente más cantidad de proteínas bovinas, que por lo visto pueden ser más perjudiciales que las grasas por lo menos en cuanto a variedad de enfermedades que pueden desencadenar.
Además, existen evidencias científicas de que la caseína y quizás otras proteínas de la leche, se pueden transformar en grasas saturadas como el colesterol, lo cual implica que ni siquiera utilizando moderadas cantidades de lácteos descremados se logra hacer una verdadera prevención y menos aún tratamiento, de las enfermedades cardiovasculares y otros trastornos vinculados con este tipo de grasas

     6. Hidratos de carbono (intolerancia a la lactosa)

La lactosa es un disacárido o sea un hidrato de carbono producido por la unión de dos monosacáridos: la glucosa y la galactosa. Es el único hidrato de carbono de la leche y es característico de la leche de todas las especies mamíferas, incluso de la leche humana. Para su utilización debe degradarse en el intestino delgado preferentemente, a través de una enzima llamada lactasa. Esta se empieza a producir en el tercer trimestre del embarazo y declina sustancialmente luego de los primeros años de vida.
Se verificó que cuando se aporta leche de vaca entes de los primeros tres meses de vida, más rápidamente va disminuyendo la producción de la lactasa intestinal. Cuando por excesivo aporte de la leche o por déficit en la producción de la lactasa, queda lactosa sin degradar, esta pasa al intestino grueso donde es atacada por la flora intestinal que la convierte en ácido láctico por putrefacción y fermentación. La mayor parte de los productos de este proceso son tóxicos e irritantes, incluyendo éteres, ácidos y algunas aminas, como la tiramina y las cancerígenas nitrosaminas. Todo esto genera una acidificación también de la sangre que se verifica en un aumento del hidrógeno en la respiración de personas que padecen este trastorno, muchas veces no diagnosticado.
Pueden producir gases, inflamación y dolor intestinal con o sin diarrea tanto en niños como en adultos que lo padecen y desaparece al poco tiempo de dejar los lácteos por completo. Al hablar de estos trastornos gastrointestinales mencionaremos también que otros hábitos pueden sumar su acción, ya que de no eliminarse éstos, quizás no alcance con dejar la leche y sus derivados para obtener una gran mejoría.
Si bien la lactosa no es alergénica, puede potenciar la acción alergénica de las proteínas de la leche vacuna. La deficiencia de la lactasa varía mucho de acuerdo con el país (entre un 2 y un 90 % de la población la padece) siendo mayor el porcentaje de gente afectada en África y Asia, pero en la raza caucásica se incrementa luego de los 13 años. Los pediatras, clínicos o gastroenterólogos que la diagnostican indican formas de leche vacuna libres de lactosa, con lo cual mejora lo concerniente a este punto, pero no lo que tiene que ver con los otros 11 mecanismos, que suelen ser peores.
     7.  Otros componentes naturales
Uno de los más nefastos componentes naturales de la leche vacuna, que se concentra más aún en sus derivados y que probablemente también se encuentre en la leche de otras especies mamíferas es el Factor de Crecimiento Epitelial o EGF (Epitelial Growth Factor). La vaca produce naturalmente y segrega por su leche esta sustancia destinada a estimular el crecimiento de los tejidos epiteliales del ternero. Recordemos que un ternero suele aumentar de 60 a 100 kilogramos en un año, pero un estímulo de este tipo en un bebé humano que crece mucho menos y peor aún en un adulto que ya no crece y ni que hablar si encima se aporta concentrado en quesos, cremas, dulce de leche, helados, manteca, etc., es indiscutiblemente peligroso: puede ser como kerosene para un incendio para cualquier tipo de cáncer o tumor benigno epitelial.
La mayor parte de tumores benignos o malignos del ser humano son epiteliales: no sólo los epiteliomas de la piel, sino los adenocarcinomas y carcinomas epidermoides de mamas, útero, ovario, colon, páncreas, estómago, esófago, pulmón, próstata, parótida, laringe, riñón, vejiga, vías biliares, etc., son de tipo epitelial. En casi todos estos tumores se verificó que la leche vacuna y sus derivados tienen un importante rol como factor causal y/o como detonante o facilitador de otros factores y también en otros cánceres no epiteliales por la presencia de otros factores que estimulan el crecimiento de otros tejidos que constituyen a esos diversos tumores.
En los estudios anatomopatológicos exhaustivos, se está evaluando en estos tumores qué porcentaje de las células atípicas tienen receptores para el EGF.
Lo más lamentable es que casi siempre, a una persona a la cual se le ha diagnosticado un cáncer de cualquier tipo, la gran mayoría de los médicos aún hoy le digan a sus pacientes que pueden comer de todo y en abundancia, sobre todo mucha carne y muchos lácteos, para mantenerse “fuertes” para afrontar la cirugía, quimio o radioterapia que se le haga. De esta forma lo que se ataca por un lado con la consabida toxicidad, se fortalece por el otro. Lo mismo veremos que sucede con los estrógenos que analizaremos al hablar de aditivos.
El EGF no está presente en la carne y el pollo y quizás esto sea decisivo para determinar lo que hemos descubierto en nuestra investigación: que los lácteos son más cancerígenos incluso que la carne y el pollo, aunque no por esto hablamos bien de ellos.
Además de cáncer, la otra gran causa de muerte en países como el nuestro donde prevalece el hiperconsumo en general, son las enfermedades cardiovasculares.
Muy serias investigaciones responsabilizan a la leche homogeneizada y a los productos elaborados con ellas, como el principal iniciador de estas enfermedades a través del Factor X-O (enzima xantinooxidasa) otro componente natural de la leche del cual algo hablamos en el punto 4 de este mismo capítulo.
Según el Dr. Kart Oster, autor junto a Donald Ross y a Hazle Richmond Dawkins, del libro “The X-O Factor: Homogenized milk may cause your hearth attacck”, la xantino oxidasa biológicamente activa es más importante y decisiva que el colesterol, los triglicéridos y el tabaco, en la generación de arterioesclerosis. Si bien se encuentra en forma natural en la leche vacuna y por este motivo lo analizamos en este punto, en la leche tal como sale de la vaca, el factor X-O no es biológicamente activo, salvo en un 15%, porque puede degradarse fácilmente en el estómago. Pero como dijimos en el punto 5, al homogeneizarse la leche, se hace inmune al ataque de los jugos digestivos y penetra en la sangre sin inconveniente junto a las grasas. Cuando llega a la misma, en parte es atacada por anticuerpos con lo que puede provocar los trastornos vistos en el punto 1 y 2 , pero está demostrado que por sí sola o quizás unida a estos anticuerpos circulantes que la atacan, se deposita en las capas superficiales internas de las paredes arteriales y del mismo corazón, atacando un tejido conocido como plasmológeno y produciendo la liberación de superóxido (O2) (radical libre de oxígeno), un producto muy tóxico para las células que constituyen la zona interna de las arterias. Donde se acumula XO esa zona arterial queda literalmente carcomida.
Luego esta zona empieza a endurecerse por el depósito de minerales y a continuación se depositan colesterol, triglicéridos, fibrina, calcio y plaquetas, conformando las típicas placas de ateroma que van obstruyendo las arterias de cualquier parte del cuerpo, tal como se vio en el punto 5 de este capítulo y se ampliará en el de enfermedades cardiovasculares, donde también analizaremos un tratamiento integral de estas afecciones que en muchos casos ha hecho innecesaria la siempre riesgosa solución quirúrgica de las mismas.
En muchos niños de corta edad ya se verifica también una incipiente arterioesclerosis comprobada en diferentes estudios que encuentra una lógica explicación en la cantidad y variedad de productos elaborados en base a leche homogeneizada (yogures, helados, postres, leche chocolatada, etc.) que, “con mucho amor” sus padres y pediatras los incitan a consumir cotidianamente.
     8. Virus, bacterias, hongos o parásitos que transporten
Aunque el riesgo de esto sea mayor en la leche no industrializada y que no haya sido transportada conservando la cadena de frío, en las leches más procesadas, también pueden muchas veces encontrarse gérmenes patógenos capaces de generar diarreas o trastornos peores. La pasteurización consiste en elevar el producto (en este caso la leche) a 62 C° por muy corto tiempo, para matar a la flora patógena, sin matar a la flora láctica protectora, que si muere si se llega a los 100C° (esterilización).
Esta flora es la que permite que una leche se corte en unas cuantas horas o muy pocos días, protegiendo a la leche del desarrollo de otras bacterias que sí son perjudiciales. Dado que no es muy rentable para las industrias que la leche se corte, la misma suele ser tratada con productos prohibidos que se detallarán al hablar de aditivos. Esto es indudable porque aunque los códigos alimentarios de los diferentes países dejan en claro que toda leche pasteurizada, se debe cortar luego de cierto tiempo, hoy es raro encontrar una leche que se corte.
Es lógico que una leche no se corte si fue esterilizada y envasada en envases tipo tetra brick, pero en ellos se aclara que debe ser consumida inmediatamente luego de ser abierto el envase…pero esto en la práctica ¿lo hace toda la gente o deja el envase a medio consumir de un día para el otro? Además en las leches pasteurizadas no esterilizadas, los antibióticos y conservadores que se suelen agregar, inhiben el desarrollo de muchos gérmenes, pero no de todos. Con frecuencia se detectan intoxicaciones masivas por helados o por leche u otros derivados que por supuesto no suelen salir en los diarios o en la televisión, salvo que se trate de leches de pequeñas empresas a las que conviene desacreditar para evitar competencias o por razones políticas (recuérdese los famosos casos de la “leche de Vicco” y de la mozzarella contaminada) pero nunca o casi nunca se difunden por medios dominados gracias a su publicidad, las intoxicaciones masivas provocadas por productos que elaboran las más grandes empresas.
Una bioquímica de un conocido hospital detectó y reconfirmó la presencia de gérmenes patógenos en la leche de una marca líder que estaba trayendo gastroenterocolitis a todos los niños de ese hospital alimentados con esa leche. Ni bien esbozó una tenue difusión pública de lo acaecido, un equipo de emergencias de esa empresa y de las autoridades sanitarias correspondientes se hizo presente en el hospital, haciendo desaparecer esta última prueba de la leche contaminada y amenazando al Director del hospital y a ella misma como jefa del laboratorio, con que perderían sus puestos, entre otras cosas, si no admitían públicamente que todo había sido un error y que el problema no estaba en la leche. La contaminación bacteriana es uno de los aspectos que más puede lesionar la credibilidad de una marca que se difunde, por lo cual no se escatima en inundar la leche de antibióticos y conservadores como ya veremos, que si afectan, no es tanto a la corta sino más a la larga y ¿quién le va a echar la culpa a lo que comió hace muchos días, meses o años atrás?
A mediados del 2006 se conoció en la Argentina el caso de unas trillizas que murieron por tomar leche contaminada. No se dio a conocer la marca de la misma pues se trataba de una industria líder de las que más llenan los espacios publicitarios de la TV.
Como era de esperarse, a las pocas semanas, por todos los medios se desmintió que fuera la leche la causante de las muertes y se hizo creer a la opinión pública que las trillizas murieron porque sus padres las emborracharon con alcohol y que los mismos estaban prófugos siendo buscados por la Justicia y acusados de asesinar a sus hijas.
En EE. UU. se detectó un aumento de la frecuencia de aparición de salmonella, estafilococos, colibacilos y virus vinculados con la leucemia en diferentes productos lácteos. Un oncovirus parecido al HIV, relacionado con la leucemia, se descubrió en más del 20% de las vacas lecheras. Las cabras, ovejas y chimpancés alimentados con leche de vaca, tienen un índice elevado de aparición de leucemia (cáncer en la sangre).
Hay quienes sospechan que el HIV puede ser una mutación del virus leucémico vacuno, transmitido al hombre a través de los lácteos o incluso a través de las vacunas que se aplican en inyectables que vienen en un vehículo que es suero bovino (por algo las vacunas llevan ese nombre).
Los lácteos crudos presentan mayor riesgo de contaminación por diferentes gérmenes. Las toxinas producidas por estafilococos, se transmiten más a través de la leche descremada, los helados, el queso y las mantecas.
Mi dilecto amigo, el Dr. Julio Soler, brillante homeópata, quién me facilitó parte de la bibliografía para elaborar lo que está aquí escrito, estudió en profundidad el grado de presencia del bacilo de la tuberculosis en la leche.
En su artículo “El reservorio de los miasmas”, señala: “En EE. UU., luego de décadas de campaña antituberculosa, seguía detectándose en los años 60, entre el 10 y el 50% de tuberculosis en ganado vacuno. En nuestro país, no encontré estadísticas completas, pero yo contaba con las cifras inapelables de miles de vacas tamberas, que es lo que realmente importa, en el frigorífico de Zárate. Cerca del 100% de las vacas venían con lesiones tuberculosas que las inhabilitaban para el consumo y se las destinaba para el digestor industrial. En la leche misma se puede reproducir el micobacterium tuberculosis, sin que cambie en lo más mínimo su aspecto. Claro, la leche se pasteuriza y ¿que queda?: un verdadero caldo de cultivo tuberculínico, Ambas tuberculosis, como fue demostrado, son intercambiables entre ambas especies, la bovina y la humana. Arturo Capdevila, además de abogado, jurisconsulto, catedrático, diplomático, poeta, escritor y miembro de la elite cultural argentina de la primera mitad del siglo pasado, fue médico y autor de varios libros que, como dijimos en la introducción, fueron quemados en Santa Fe (Capital nacional de la leche). Demostró científicamente que la combinación consumida con frecuencia de la leche o sus derivados, con carne bovina, favorece la aparición de tuberculosis. Si los lácteos se combinan con pescado, esto favorece a la larga la posibilidad de que se desarrolle lepra y si el abuso de lácteos se sumo al de huevo (lo que muchas veces sucede en personas ovolactovegetarianas) esto aumenta la posibilidad de tener con el tiempo alguna forma de cáncer (lo cual hemos confirmado nosotros en más de 600 pacientes oncológicos ovolactovegetarianos que atendimos).
Los hongos y parásitos no suelen detectarse cuando la leche haya sido extraída y transportada con las más elementales medidas de higiene, sin embargo, no por transporte directo sino por otros motivos, podemos afirmar que son la causa más frecuente de micosis bacteriana en la porción superior del intestino delgado que genera un robo de nutrientes cuyo detalle luego se ampliará y un debilitamiento inmunológico y la facilitación del desarrollo de cándida albicans en el intestino, el más habitual de los hongos que es oportunista y aprovecha el desequilibrio de la flora normal generado por las bacterias de la leche y los antibióticos que ésta contiene.

     9. Aditivos (teóricamente prohibidos)
Los aditivos están teóricamente prohibidos en la leche, no así en sus derivados, según los diferentes códigos alimentarios. Sin embargo muchas industrias lácteas tienen su sala de recuperación de leches que, como por supuesto no son oficialmente reconocidas, tienen su acceso prohibido a toda persona ajena a un reducido grupo de sus empleados. Tengo referencias de lo que allí suelen hacer, a través de pacientes que trabajan en algunas de estas industrias y que por supuesto no le recomendarían lácteos a nadie.
Las leches que ya están para descarte se tratan, una parte con soda cáustica y otra parte con antibióticos y conservadores, pero nada se pierde, todo se transforma y por esto son tan poderosas y ricas estas industrias.
Se han detectado 29 antibióticos distintos en diferentes leches. El yogur vencido suele ser tratado con antibióticos y luego sembrado con bacterias no sensibles a estos antibióticos, saborizantes, edulcorantes o azúcar y otros aditivos, con lo que se lo convierte en lo que se conoce como leche cultivada, uno de los más recientes inventos, que se venden con publicidades que hacen creer que es tan bueno o mejor que la leche materna y esto lleva a que muchas veces, lleguen a los hospitales, bebés y pequeños niños intoxicados con leche cultivada. Muchas de las enfermedades alérgicas, micosis, alteraciones de la flora intestinal, alteraciones hepáticas, e incluso el cáncer pueden estar asociadas a estos y a otros aditivos que se le agregan a los lácteos habitualmente.
A continuación se mencionan sólo algunos de los aditivos de los lácteos:
Leche: Nitratos, antibióticos.
Productos lácteos en general: Lecitina, mono y diglicéridos, alginato glicolpropileno (emulsificantes), citrato de sodio y ácido calcio pirofosfórico (secuestradores)
Leche condensada: Además de los presentes en la leche común, fosfato disódico, citrato disódico, cloruro de calcio.
Yogur: Edulcorantes, saborizantes, etc.
Postres de leche: Estabilizadores, condensadores, colorantes artificiales, edulcorantes.
Polvo para flanes y postres: ácido tartárico, cítrico, málico, fumárico, cloruro de calcio y colorantes artificiales.
Dulce de leche: Además de los de la leche, etilvainillina.
Polvo para helados: saborizantes químicos, alginato de sodio. Monoglicéridos.
Quesos (incluso untable): Propionato de calcio, propionato de sodio y ácido sórbico (antimicótico), nitrato de sodio o potasio (de los que se forman nitrosaminas cancerígenas durante el procesamiento), parafina, litrol, rubina, silicatos y sulfatos de calcio y aluminio, residuos de plástico (corteza), etc.
En estudios futuros intentaremos confirmar en los lácteos la presencia o no de prolactina, hormona hipofisaria que estimula la lactancia y de fenobarbital (barbitúrico que se le suele aplicar a las vacas).
Una conocida institución destinada a la defensa del consumidor, publicó que según sus estudios, los lácteos no reciben antibióticos ni conservadores. Basta con ver que prácticamente no hay leche que se corte para comprender que este mentiroso estudio seguramente guarda relación con los intereses de las industrias lácteas que financian a esta institución, para que le haga creer al consumidor que está protegido.
En 1970 aproximadamente 1.300 toneladas de antibióticos fueron administrados al ganado y animales de criadero de los EE. UU. Asimismo se le agrega un valor de 500 millones de dólares anuales de antibióticos a la ración vacuna y estos antibióticos son transmitidos a la población en los lácteos producidos con la leche de estos animales. Luego de extraída y antes de procesarla o después, se le aportan otros antibióticos y aditivos cuya presencia se suma a la acción antigénica de las proteínas de la leche de y al desequilibrio de la flora habitual y al desarrollo de gérmenes oportunistas e infecciones resistentes a los antibióticos comunes. La flora intestinal normal controla el desarrollo del hongo llamado cándida albicans. Cuando estos antibióticos que vienen con los alimentos o los indicados por algún médico, afectan esta flora, la cándida empieza a hacerse patógena y a secretar toxinas neurotrópicas y mutagénicas, según el Dr. Iwata de la Universidad de Tokio. Estas a su vez pueden dañar los nervios y producir mutaciones genéticas. La infección micótica ocurre primariamente en la piel, uñas, boca, vagina, bronquios o en los pulmones e incluso en la sangre, Además este hongo produce deficiencia de magnesio, zinc y ácidos grasos esenciales y esto trae sus respectivos problemas. Además de los lácteos, los azúcares simples se suman como caldo de cultivo para las cándidas albicans. Estos hongos al igual que muchos parásitos aumentan los antojos extremos por dulces de todo tipo, a lo cual se suma todo lo vinculado al Síndrome de Estrés, Depresión y Adicciones (SEDA: hipoglucemias y algo más) mencionado en el capítulo 1.

Además de los dulces y los lácteos, las harinas refinadas, alimentos levados y fermentados, aditivos químicos y trazas de antibióticos, promueven el desarrollo de la candidiasis. Según la opinión de la doctora Martha Cottrell, Mark Mead y Michio Kushi, en el libro SIDA, Macrobiótica e Inmunología Natural, el libro más científicamente fundamentado de toda la literatura macrobiótica, del cual se han extraído muchos valiosos aportes y referencias bibliográficas que se mencionan en este capítulo, “en un futuro cercano, el problema de la candidiasis, podría convertirse en una crisis planetaria de magnitud similar al SIDA y al cáncer y sin embargo es muy factible de evitar”.

     10. Contaminantes naturales (por ejemplo aflatoxinas)

Las aflotoxinas son toxinas producidas por variedades de hongos llamados aspergillus flavus, parasiticus y fumigatus. Estos hongos se desarrollan enfollajes y semillas húmedas que muchas veces son utilizadas para el consumo de animales. Las aflotoxinas se han correlacionado con cánceres primitivos de hígado (hepatocarcinomas) y riñón entre otros.
Dado que son liposolubles (solubles en grasas) se concentrarían más en grasas de los animales que las consumen (pollo, huevos, carne bovina, porcina, leche y derivados). Hemos recibido referencias orales, aunque aún no las citas bibliográficas, sobre estudios que se habrían hecho en estos alimentos que habrían arrojado valores elevados. De no confirmarse estos estudios, en un futuro próximo, mandaríamos a hacer nosotros mismos estudios similares. Existiría también una variedad de contaminantes naturales de la leche, pero son de menor importancia por lo cual no los adelantaremos.
     11. Contaminantes químicos o bioquímicos o físicos
Estos pueden llegar a la leche en forma accidental o por imprudencia o por tratamientos hechos a las vacas o a su alimento.
El 90% de DDT (que causa la parálisis infantil) y otros pesticidas organoclorados que comía diariamente un norteamericano tipo, hace unos años atrás, no provenía de la ingesta directa de alimentos vegetales fumigados con ellos, sino de alimentos de origen animal, que llegaron a ellos a través de la comida vegetal fumigada y que ellos concentraron en sus grasas.
Si bien su uso está prohibido desde hace un tiempo, no está prohibida su venta y se siguen usando por ser más baratos y tener una manipulación menos peligrosa que los organofosforados. En nuestro país se evitan para los productos que van a exportación, pero para el mercado interno sigue rigiendo el “ojo que no ve, corazón que no siente” y el “hecha la ley, hecha la coima”.
El Profesor Antonio Elio Brailovski, considerado por muchos el ecologista número uno de la Argentina, presentó el 30/6/06 una denuncia ante la Justicia Argentina, sobre la presencia en el 90% de las leches, incluso maternizadas, destinadas a bebés recién nacidos, yogures y otros lácteos, de altas concentraciones de DDT y otros pesticidas órganoclorados prohibidos en todo el mundo, incluso en la Argentina, por su gran toxicidad. Esto tuvo una casi inexistente repercusión periodística, enseguida desactivada, por industrias lácteas auspiciantes, pese a que se trataba de un indiscutible estudio hecho en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires
La lista de pesticidas, fertilizantes, herbicidas y otros agroquímicos con los que se tratan las pasturas y forrajes, que pueden encontrarse en las leches comunes, es muy extensa.
Muchos de ellos son demostradamente cancerígenos y suman o potencian su acción entre ellos y con otras toxinas de los lácteos, de otros alimentos y del medio ambiente.
La eliminación de agroquímicos es una de las pocas ventajas que tienen las leches orgánicas o ecológicas certificadas. La mayor parte de los otros mecanismos de generación de enfermedades siguen estando también en ellas.
En un año ganaderos y criaderos de pollos de EE. UU. ganaron 303.750 toneladas de agua vendidas al precio de la carne y el pollo gracias al incremento de peso que aceleradamente consiguen los pollos por acumulación de líquidos, sobre todo, a través de administrarles a los animales una hormona femenina conocida como dietilestilbestrol (una forma de estrógeno que también se usaba en las píldoras anticonceptivas y favorece el cáncer de mamas, útero, ovarios y vagina en quienes la consumen y en sus hijas cuando las tienen, y estás llegan a la pubertad, también favorecen la sobrecarga cardiaca).
Se han detectado estrógenos en la leche, verdaderamente peligrosos, (no como los fitoestrógenos de la soja que en realidad son agonistas parciales) que se concentran más aún en los quesos y otros lácteos sólidos. Además de los descriptos, también algunos melanomas de piel y tumores de riñón, suelen ser hormonodependientes y presentan receptores positivos para los estrógenos. En pacientes que presentan estas enfermedades dar estos alimentos es echar leña al fuego, tal como lo dijimos con respecto al factor de crecimiento epitelial (EGF) en el punto 7 de este capítulo. Se darán más datos sobre los riesgos de estas hormonas en el capítulo de cáncer y al hablar de osteoporosis en el de enfermedades osteoarticulares.
Se ha encontrado la presencia de estroncio radiactivo en la leche y ésta, lejos de atemperar los efectos de la radioactividad, la potencia mucho más. Se aconseja la lectura de los tres volúmenes del libro Alimentación y Radioactividad (Diet for Atomic Age) de la Dra. Shanon.
Muchos antibióticos se le suministran a las vacas lecheras cuando tienen mastitis u otras enfermedades. Estos pasan a la leche y luego se le suman los que le agregan las industrias y los mismos camioneros que las transportan. Ya se habló bastante sobre esto en el punto 9 de este capítulo.
También accidentalmente o por imprudencia puede haber metales pesados, nitritos o nitratos, etc. (también usados como conservadores y para la limpieza de depósitos, recipientes y maquinarias).
     12. Robo de nutrientes (calcio y otros minerales y vitaminas) e inadecuada proporción calcio/fósforo
Según investigaciones de Agatha y Calvin Trasch, el consumo habitual de leche vacuna y sus derivados, acrecienta la necesidad y con esto desgasta las reservas de vitamina A, zinc, hierro, calcio y vitamina B12. Esto predispone a déficit inmunológico con todo lo que esto implica, anemia y descalcificación.
Las proteínas de la leche, por lo que enseguida explicaremos, pueden robar potasio, magnesio y vitaminas del complejo B, además de calcio. La proliferación bacteriana anormal que los lácteos generan en el intestino interfiere en la absorción de calcio y de hierro, haciéndolos perder.
Los elevados contenidos de pesticidas y herbicidas presentes en las leches comunes (no así en las orgánicas o ecológicas) acrecientan la demanda de ciertos nutrientes que deben gastarse para ayudar a la eliminación de sustancias tóxicas.
El pH (grado de acidez/alcalinidad) normal de la sangre, aproximadamente es de 7,2 o sea, levemente alcalino. Los lácteos, como cualquier alimento muy proteico, producen una acidosis transitoria y para compensarla se segrega calcio y otros minerales de los huesos en principio, y de otros sectores del organismo secundariamente. A nivel del estómago, aunque calmen los síntomas de la gastritis, la úlcera o la simple acidez gástrica, por las sustancias mucosas que contienen, los lácteos estimulan paradójicamente la secreción de ácido clorhídrico, aumentando las causas de úlcera, gastritis o acidez. Esas sales del calcio y otros minerales recién descritas, no sólo van a compensar la acidosis de la sangre, sino también la acidez gástrica que las proteínas provocan, pero el precio es el balance negativo de calcio y otros minerales que los lácteos producen, pues es más lo que excretan del organismo que lo que aportan. Estos minerales son eliminados por materia fecal, colaborando también con la generación de constipación y por los riñones, favoreciéndose la formación de arenillas urinarias, cristales de oxalato de calcio en orina y a la larga cálculos renales, además de depósitos anómalos de calcio y otros minerales, tal como se describió en el punto 4 de este capítulo.
Además, los compuestos nitrogenados que resultan de la digestión y metabolismo de las proteínas en exceso, pueden ser una pesada carga para los riñones.
Está demostrado que una dieta con muchas proteínas (carnes, lácteos, etc.) afecta el filtrado glomerular y con esto altera la función principal de los riñones (formar orina y depurar la sangre). Además produce amoníaco, compuesto que aumenta el riesgo de carcinogénesis intestinal. Además la proporción de calcio con respecto al fósforo que tiene la leche vacuna y sus derivados, es inadecuada porque presenta sólo 1,2 partes de calcio por 1 parte de fósforo, y el cuerpo absorbe y aprovecha bien el calcio cuando la tasa calcio/fósforo es de 2 por 1.
El exceso de fósforo de los lácteos, se combina con el calcio en los intestinos y disminuye la absorción del primero. Este exceso de fosfatos es una de las múltiples causas por las cuales los lácteos indudablemente producen osteoporosis, en vez de evitarla como se suele creer, según se demostrará al hablar de enfermedades osteoarticulares (el proyecto Cornell de la Universidad de Cornell, de Oxford y del Ministerio de Salud de China, el más importante estudio de nutrición de la historia, demostró esto sin lugar a dudas).
Un estudio de la Univ. de Harvard, sobre 72.000 enfermeras, seguido durante 12 años, reveló que quienes tomaban diariamente 1 vaso ó menos de leche y sus derivados o directamente no los incorporaban para nada, tenían mucha menos incidencia de fracturas de cadera y osteoporosis que quienes tomaban 2 ó más vasos de leche diarios, más sus derivados
Las carnes rojas procesadas, las papas fritas comerciales, la fruta enlatada y las bebidas gasificadas (sobre todo bebidas de cola), contienen también un exceso de fósforo (a éstas se las agrega ácido fosfórico que genera más sed y aumenta el consumo, potenciando su efecto droga).
FUENTE:
www.holisticamente.com.ar/lacteos.htm


Publicado en VOLVER A LA VIDA, Manual de terapias para enfermos con problemas de movimiento (Esclerosis múltiple, Parkinson, Alzheimer, Apoplejía, Parálisis cerebral,…) por deferencia del médico oncólogo Dr. Jorge Valentín Esteves, Argentina.
Autora: Rosa Montserrat Ferré
Editorial Cultiva, www.cultivalibros.com, info@cultivalibros.com


Nota:


Revisando las sugerencias dietéticas por el Dr. Demetrio Sodi Pallares, llama la atención que él recomienda la suspensión de lácteos ya que son una fuente de SODIO !!  Como algunos (as) de los (las) lectores (as) recordaran que su tratamiento holístico de dieta (rica en POTASIO) magnetoterapia, soluciones polarizantes, es bastante eficaz para enfermedades crónicas y degenerativas.


Juan Manue Martínez MD.


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